Al escuchar el término “música contemporánea” es probable que muchos de nosotros no lo entendamos cabalmente. Para muchos, significa toda aquella creación melódica que simplemente no tiene cabida en otro género. Para otros, probablemente serán todos esos sonidos pseudointelectuales que nadie puede comprender. A otros tantos, desgraciadamente, ni siquiera les interesa con qué se come. Sin embargo, si nos acercáramos un poco y olvidáramos muchos de nuestros prejuicios respecto al llamado arte contemporáneo, particularmente la música, nos llevaríamos una grata sorpresa al darnos cuenta de que es algo mucho más amigable de lo que su nombre aparenta.
En un sentido estricto, la música contemporánea es toda aquella que se ha escrito en nuestra época. Ciertamente ‘nuestra época’ sigue siendo un término ambiguo pero podríamos circunscribirlo a los últimos cincuenta años. En realidad, ni siquiera los críticos y conocedores han logrado llegar a un acuerdo satisfactorio para todos en el que se defina si cualquier género de música actual o moderna debe ser considerado música contemporánea, aunque esto, en realidad pasa a segundo término, al terreno de las palabras y las definiciones, el cual pocas veces es de demasiada importancia para las artes, a excepción hecha de la literatura, por supuesto.
Debido a esta situación—el hecho de que el término ‘contemporáneo’ remita más a un periodo histórico que a un género o estilo—a comienzos del siglo pasado, la música contemporánea abarcaba un gran número de técnicas como el modernismo, el serialismo dodecafónico, la atonalidad, un mayor número de disonancias sin resolución, la complejidad rítmica y la música neoclásica. Actualmente la situación se ha hecho incluso un poco más complicada en cuanto a las nomenclaturas. Sin embargo, es posible distinguir tres ramas mayores. La primera es una continuación de la tradición modernista de la vanguardia, incluyendo a la música experimental. La segunda está conformada por las escuelas que buscan revitalizar un estilo basado en la armonía tonal de siglos anteriores (neotonalismo. La tercera se centra en la armonía triádica no funcional, ejemplificada por los compositores de música minimalista y otras tradiciones similares.
Hoy en día, además, existe otro factor a considerar, el cual cada vez cobra más fuerza y extiende con esto su participación tanto en la música como en otras artes: las computadoras. En plena era de la tecnología, los avances en materia digital han permitido a los compositores hacer creaciones experimentales con sonidos y técnicas impensables hace algunos años. Es tal la magnitud y el alcance de posibilidades que brindan las computadoras que prácticamente cualquier individuo con un mínimo de conocimiento musical y computacional puede componer sus propias melodías e incluso difundirlas para que el público las conozca y juzgue por medio del Internet.
Otro modo en el que la tecnología ha afectado el terreno musical es mediante la música electrónica—también considerada por muchos dentro de la contemporánea—en la cual, por medio de sintetizadores, loops, e incluso sonidos generados digitalmente se crean piezas tanto comerciales, o exitosas para un mercado amplio, como experimentales, o dirigidas a un público muy selecto. Empero, aún es muy pronto para dar un diagnóstico exacto sobre el impacto final que tendrá la digitalización de la música. Cuando se está sumergido en una situación, la perspectiva suele ser incompleta a cuando se mira desde fuera o en retrospectiva.
Por realidades como esta, es prácticamente imposible hablar de una “música contemporánea” como tal ya que las técnicas para su creación, los estilos, los tiempo, el público mismo pueden ser no sólo distintos sino hasta opuestos. Algunos de estos estilos se basan en alguna teoría o búsqueda de una melodía en particular, sin que los tratados o postulados al respecto le den un valor mayor que aquellos que se presentan como proyectos experimentales. Si acaso tal vez, es de llamar la atención que para algunas de estas creaciones sigan un método y busquen un contenido más profundo, e incluso intelectual que el sonido en sí.
Ahora bien, esto no significa que la música contemporánea tenga que ser exclusiva de eruditos y conocedores, ni que para entenderla sea forzosamente necesario gustar de los clásicos. Tener discos de Mozart, Tchaikovsky, Beethoven no implica que se disfrutará de la música contemporánea, al mismo tiempo aquel que escucha a Metallica o The Doors bien puede recibir la contemporánea con agrado.
Esta ‘disparidad’ entre los distintos aspectos de la música contemporánea es lo que la hace interesante en sí. Son estas diferencias lo que enriquece a las artes y las acerca a públicos más amplios independientemente de la disciplina que se siga para su creación. Para muchos podrá tener más valor aquella obra que tenga un contenido y objetivo teórico, pedagógico, intelectual. Para otros, no deja de ser la expresión de un pensamiento, de una sensación, de un momento en la vida de un individuo y como tal, puede ser bella o desgarradora—pero a fin de cuentas artística—independientemente de la técnica utilizada para su composición.
No hay que pretender entonces encasillar o encontrar una definición universal para la música contemporánea. No es importante en realidad que cumpla ciertos parámetros y requisitos mientras se sigan produciendo compositores e intérpretes de la misma. El hecho de crear y acercar a la gente al arte es mucho más importante que una definición de diccionario o reglas inquebrantables sobre el método a seguir. Tal vez, quién sabe, en un futuro todo eso que hoy parece tan incomprensible, tan alejado de nosotros, tan extraño y ajeno a las formas tradicionales, les parezca a nuestros descendientes todo un fenómeno interconectado, relacionado, y a la vez, hermoso.
Con un inicio incierto en el 2004 y cancelado en el 2006 por distintos motivos, el Festival Internacional de Música Contemporánea renace con nuevos bríos. Originado por la creciente demanda y cultura musical de Morelia, y con el apoyo de instituciones de prestigio a nivel internacional como el Centro Nacional de las Artes (CENART), el Conservatorio de las Rosas y la Escuela Popular de Bellas Artes, su tercera edición, en el 2007 tiene un alcance como ningún otro antes.
Morelia desea colocarse a la vanguardia en cuanto a la creación de música, compositores e intérpretes a nivel nacional y es por esto que ha venido dando pasos enormes en busca de satisfacer la demanda cultural, particularmente musical que le hace su gente, en especial los estudiantes de música. Es por esto que se creó el CMMAS (Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras) y posteriormente el Festival Internacional de Música Contemporánea.
En constante crecimiento desde su edición inaugural, el Festival servirá de escenario para que se presenten las 4 piezas finalistas del Concurso Estatal de Composición, las cuales serán interpretadas por el grupo I.C.E. (International Contemporary Ensemble). Aunado a esto, las 6 restantes piezas finalistas serán leídas en el taller de lectura de partituras, brindándoles la oportunidad de que se les hagan sugerencias y críticas, promoviendo así su crecimiento como compositores. El Concurso Estatal de Composición, por su parte, presentará sus 4 piezas finalistas—interpretadas por el Ensamble 3—y repartirá entre los creadores de las mismas un monto de $12,000 como apoyo para su preparación.
Además de ambos concursos de Composición, se llevó a cabo un concurso para intérpretes. Los finalistas del mismo tendrán la oportunidad de tocar algunas piezas los días 15 y 16 en el Conservatorio de las Rosas, y los cuales, además de la gran proyección y enorme satisfacción que significa tocar dentro del Festival, tendrán la oportunidad de obtener $20,000 que se entregarán al ganador con el objetivo de que continúe su preparación académica musical.
El aspecto pedagógico fue uno de los aspectos que más atención recibió para la tercera edición. Se buscó conseguir la mayor cantidad de talleres de calidad que permitieran a los estudiantes relacionarse y escuchar las enseñanzas y experiencias de algunos de los más importantes representantes de la música contemporánea a nivel mundial.
Apoyados en un comité artístico—que incluyó al Rector del Conservatorio de las Rosas, el director del CMMASS, músicos de renombre y la dirección del Departamento de Música de la Secretaría de Cultura de Michoacán—se buscó traer maestros de la mejor calidad para compartir sus enseñanzas con los asistentes a los cursos-talleres que se estarán impartiendo en el marco del Festival.
Asimismo, buscando acercar no sólo a aquellos con la capacidad económica para asistir sino brindar la oportunidad a todo aquel que esté interesado, la Secretaría de Cultura otorgará becas a estudiantes de música de bajos recursos. Para tener acceso a éstas, es necesario acercarse al Departamento de Música para su registro. Por si esto no fuera poco, para todos los eventos se otorgarán los descuentos acostumbrados a estudiantes, maestros, individuos con necesidades especiales y personas de la tercera edad.
Para esta tercera edición del Festival se trabajó por primera vez en coordinación con los municipios, en particular con Zamora, el cual, apoyado precisamente en el Centro Regional de las Artes de Zamora participará no como un apoyo o sucursal alterna del Festival, sino como protagonista ya tanto el Ensamble que participará en la clausura del mismo, como la maestra Cristina Valdés, se presentarán en la tierra de los chongos.
Esto se hace con la meta de ampliar los horizontes musicales en el Estado ya que, como opina el licenciado Héctor García Chávez, Director del Departamento de Música de la Secretaría de Cultura, la gente pide espectáculos de calidad, los estudiantes piden foguearse y tener roce con los mejores del mundo. “La sociedad michoacana, y en particular la moreliana está en ebullición, están buscando abrirse paso en el terreno artístico y nosotros como institución debemos brindarles esa oportunidad”. A tal punto se ha buscado dar difusión y atraer participantes a este festival, que la Secretaría dispuso de un camión que saldrá del CENART el día sábado 9 para facilitar el transporte de los estudiantes inscritos al festival.
“Cada vez conformamos un equipo más eficiente y grande. Uno de nuestros objetivos es garantizar la mejor calidad en los programas que realizamos y promover así la formación de públicos. La gente que gusta de la música, de los festivales existe, tan sólo hay que encontrarla y concentrarla. Esto sólo se puede lograr si les ofrecemos eventos de calidad”.
El III Festival Internacional de Música Contemporánea es entonces, sin duda, un evento de gran calidad y una invaluable oportunidad de acercarse a una música que, si bien no es muy común en Michoacán, esto no es en detrimento de su excelencia y expresión artísticas. Sólo conociendo distintos géneros podremos ser capaces de crear nuestro propio criterio, el cual nos ayude a discernir entre lo que deseamos y lo que no.
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